Aunque parezca mentira, soy uno de los gritones más antiguos. Pero en este caso la antigüedad no es un grado: sigo igual de bocazas que al principio. Eso sí, la mayoría de las cosas las digo de coña... salvo cuando insulto a alguien, que entonces voy en serio. Si queréis saber algo más de mi vida privada, os lo cuento todo... ¡vaya, se me acaba el espacio! Otra vez será.